viernes, 14 de enero de 2011

Pequeño coloquio sobre fregarse los ojos

Querido amigo, ¿acaso no le ha ocurrido, cuando está en una clase en la Facultad que le vienen unas ganas inmensas de rascarse los ojos? Ni hablar si da la casualidad de que usa lentes de contacto. Este es justamente mi caso. Sucede que hay temas en toda cátedra que son más propicios para rascarse, por ejemplo, Aristóteles. No puedo adivinar todavía porqué pero siempre dan ganas de acercas la mano a los ojos y ejercer una pequeña presión sobre el párpado mientras se efectúa un movimiento circular con los dedos (debe cuidar de no haber fumado un cigarrillo antes, pues es comúnmente sabido que que los restos de nicotina hacen arder los ojos, no sea idiota).
Inmediatamente después de rascarse, ocurre algo curioso, algo aún indescifrable, innombrable. ¿Es acaso un cosquilleo? ¿Un estremecimiento? No lo sé ni se sabe a ciencia cierta. Debe de ser placer, no, goce (aunque Lacan no estaría tan contento). Que cada uno lo llame como quiera.
Debo confesar, querido amigo, que no pude evitar, entre sustancias, potencia y acto, llevarme la mano izquierda a la cara y un dedo al ojo derecho para fregarlo con ritmo. Luego siguió el otro. Podrán juzgarme de pervertido y revolucionario o hasta obsceno. Sin embargo, no escribo esto para que me sigan en este singular camino del placer sino para que tomen conocimiento de que la vida debería terminar en una tremenda rascada de ojos.

5 comentarios:

vientos de cambio dijo...

con terminar con una rascada me conformo.
abrazo!!

silvia zappia dijo...

entramado Tincortazariano!

(se largaron los secretos)

besos*
(y me voy a rascar el ojo)

Agustina dijo...

Si ! Así es... soy yo (tengo blog). Creéme soy yo con blog. Escrituras de verano...sólo pasaba a hacerme presente. Ahora tenes que adivinar quien soy.

un conejo dijo...

genial

Laberinto dijo...

yo creo que si te rascaras el ojo lo suficiente, llegarías al orgasmo. eso si sería verdaderamnte perverso.