Cuando se acerca el final, las voluntades flaquean. No porque uno no sea consciente de que falta poco para volver, sino porque volver al mundo es cada vez más necesario.
Ya pasó un mes del funeral de Tía Helena y no puedo dejar de pensar en su arrugado cuerpo carcomido por los gusanos más nefastos del cementerio. Almorzando y cenando su carne, que alguna vez me abrazó. Demente.
Pero hay algo más, hay muchas cosas, pero, sobre todo, hay una foto. Cómo llevártela a tu mente! Ahí están mis familiares, azotados por la lluvia que anunciaba un cambio de estado general. Un ambiente hostil que recubre la cámara pero la luz del farol nos regala un secreto. Mi secreto, mi voluntad presa. Cuánto cuesta un secreto? Qué es algo secreto? Más que un secreto, es un sinsombra. Un paraguas sin sombra y un destello en su oscuridad más íntima, que cae por un rostro. Un rostro desconocido, para todos. Una silueta alejada pero muy cercana, para ella. “Más lejos de verdad que lejos tan cerca” recuerdo que decía a Tía, o quiero recordarlo. Una mujer rota.
Y roja*
No hay en todo Floriponstorias ninguna advertencia sobre el poder del libro. Un terrorismo silencioso en mi yo existiendo. Tin resultaba insoportable. Mi indigencia frente a mi historia era insoportable pero siempre estabas vos, en las alturas de mis ideas. Recuerdo los días otoñales cuando me escribías el libro de tu vida. En realidad, me lo dejabas leer por un rato y participaba de tu enigma, yo era tu secreto.
Y me invité un té.
No me olvido que me llevaste a tu torre más alta y no me dejaste tu trenza extensa ni tu fulgor interno como guía. Llegué solo a esas sierras y me ofreciste tu ventana como si fuera la última posta de este laberinto. Me encerraste en tu sistema y me retorcía cayendo y cayendo por el hueco de ese árbol, donde te sentabas a escuchar música y tararear que comías no sé qué manzana con no sé qué huevo.
Y caminé tu río,
antes de verme
salir de mí
Y de vez en cuando, yo era vos mientras que me creía yo, marcado a fuego, en carne viva. Te quiero, Dora. Ay, Helena, por qué estás tan viva cuando te creo más muerta.
Algo en mí nació*
Pero acá estoy, sigo mirando tu piano y una novela pasa desapercibida.
5 comentarios:
querido Juancu:
me gustó mucho leer esto. y lo leí mientras comía un pedazo de pan a las cinco de la mañana.
un beso.
que cosa seria. tía helena estaría orgullosa.
sublime, de una exquisitez absoluta, como caminar un río...
besos*
Nunca más visceral y transparente. He de confesar que el viaje por floripostorias tiene cierto ansia de transitar estos puentes...
Y yo lo leí, crease o no: comiendo una deliciosa manzana roja *
Un beso o 2 *
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