lunes, 12 de julio de 2010

"[...] escribir relatos no sólo entrañaba secreto, sino que también le brindaba todos los placeres de miniaturizar. Se podía construir un mundo en cinco páginas, y hasta más placentero que una granja en miniatura. La infancia de un príncipe mimado podía comprimirse en media página; un rayo de luz de luna sobre un pueblo dormido era una frase rítmicamente enfática; era posible describir el hecho de enamorarse con una sola palabra: una mirada. Toda la vida que contenían las páginas de un cuento recién terminado parecía vibrar en su mano. Su pasión por el orden también se veía satisfecha, pues se podía ordenar un mundo caótico. Se podía hacer que una crisis en la vida de una heroína coincidiera con granizo, vendavales y truenos, mientras que las ceremonias nupciales, por lo general, gozaban de buena luz y brisas suaves. El amor al orden configuraba asimismo los principios de la justicia, en los que la muerte y el matrimonio eran los motores para el gobierno de un hogar, el primero reservado en exclusiva para lo moralmente dudoso, y el segundo como premio postergado hasta la última página."

Expiación de Ian McEwan; p. 18.

4 comentarios:

silvia zappia dijo...

qué buen fragmento de McEwan!
el poder del escritor,casi dictatorial...


(te recomiendo "primer amor, últimos ritos"...y si pudiéramos conseguir "sábado",ohhhh!)


besos*

don juan botones dijo...

Jajaj. se lo pido a mi profesora. jaja. ella tiene DE TODO. =D

don juan botones dijo...

"primer amor, últimos ritos" lo tengo... debo buscar el tiempo. ajjaja.

Nicolás Pedretti dijo...

ese libro me rompió la cabeza, saludos.