Se trataba de una terrible confesión (volvió a ponerse el sombrero), pero lo cierto era que ahora, a los cincuenta y tres años, uno había casi dejado de necesitar a la gente. La vida en sí misma, cada uno de sus momentos, cada gota, aquí, este instante ahora, al sol, en Regent's Park, era suficiente. Demasiado, en realidad. Toda un vida no bastaba, era demasiado corta para, ahora que uno había adquirido la capacidad de hacerlo, extraer todo el aroma; para sacar cada onza de placer, cada matiz de significado; y ambos eran mucho más sólidos de lo que solían, mucho menos personales. Ya era imposible que Peter volviera a sufrir tanto como Clarissa le había hecho sufrir. Pasaba horas seguidas (¡gracias a Dios, tales cosas se podían decir sin que nadie las oyera!), horas y días seguidos, sin pensar en Daisy.
Mrs. Dalloway, Virginia Woolf.
2 comentarios:
espléndido fragmento elegiste!
besos*
Lo leo una y otra vez y pienso: No puede ser tan perfecto...
Palabra clave: dikessn
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