jueves, 4 de octubre de 2012

I - V


I

Tin tenía una impresión única, que había anotado con rojo en su anotador verde y era su obsesión: somos ficción y reconocernos como ficción nos hace interventores de nuestra creación. "Soy lo que quiero, se repetía, soy lo que quiero" y amaneció, al día siguiente, como aquel célebre escarabajo.

II

La potencia del pensamiento le hizo decir barbaridades a Tin: soy un pequeño Dios. Y en el cielo se escondieron las estrellas con un último resplandor, estalló una rayo verde y la luna lució matices lilas.

III

La ciudad le resultaba de lo más abstracto, lleno de ideas, sin formas. Tin sospechaba. Siempre sospechaba. Margot no era Margot, era un complejo entramado de presentimientos. El frente del edificio que habitaba no era tal, era un simple impulso, una invención. Sí, recuerdos cargados de ideas vagas y lejanos y profundos arquetipos.

IV

Tin tuvo su epifanía diaria: procrastinar es esto.

V

Tin, durante su tercer té, se dio cuenta de algo íntimo: le gustaba quedarse en silencio y saberse único y lúdico en sus pensamientos.

1 comentario:

silvia zappia dijo...

cosas de los personajes, a todos les gusta sentirse únicos y lúdicos, con o sin té.

somos ficción, es verdad. y somos enigma


abrazo*