viernes, 7 de agosto de 2009

estado de un nacimiento

y al fin, luego de escribir, beber, pensar, cebar, matar, se decidió a comenzar un gran camino. uno, de esos que no se sabe muy bien a donde van. se dispuso a fumar un pucho. se fumó el pucho. leyó el diario en el living, lo leyó tres veces esa mañana. se preparo para soñar un rato. se sentó en la cocina, apoyó los codos sobre la mesa, dirigió su mirada hacia el cielo, buscando quizás un hilo que lo maneje. no no no, no había tal cosa. no se creyó capaz de concretar lo que anhelaba. casi por arte de magia, los colores cambiaron, una luz lo encegueció, una niebla entró en sus ojos y le heló las pupilas. al tiempo, aquel lugar se volvió nítido, ese lugar. pudo ver quien estaba. aquel hombre mitad detective mitad seductor que leia el diario "the good air news". no estaba solo, la luz disminuyó un poco más y distinguió a una mujer pulposa, con ojos claros, trajecito ajustado rojo que combinaban con sus labios carnosos pintados de rouge. increiblemente él sentía el momento, la respiración, el pensamiento, la intención, sus personas. sabía, quién sabe cómo, que la señorita -¿Amelia? así la llamó él...- no estaba en ese despacho por amor al arte, quería seducir a ese hombrecito lector. le gustaba sentirse deseada. aquel dejó su diario, la miró con cara picarona y hasta le guiño un ojo cómplice -ambos sabían lo que querían-. la cámara cerebral se alejó y pudo ver el nombre que estaba pegado como un plotter en la puerta de aquel sucucho. inmediatamente, de manera brusca, volvió a su cocina, no podía perder en los caminos de la memoria aquel nombre. esa persona debía ser real, debía ser inventado, completado, debía nacer. y así, como por arte de una pluma, nació Tin V. Stigo.

2 comentarios:

Sarah dijo...

Seductoramente intrigante..

silvia zappia dijo...

Bravo! Al fin la señorita Amelia y Tin V. Stigo han sido paridos!

Muy buena prosa,don Juan!

Besos.